Cuando todo va bien, o mal, es inevitable recordar momentos o personas que de alguna forma u otra nos marcaron. La nostalgia está hecha de instantes, aromas, lugares y música, y sobre esta última descansa There Was a Time, el último trabajo de la pianista y compositora Kathryn Kaye, que nuevamente se pone a las órdenes del productor Will Ackerman y su equipo de artistas.
“Saro Remembered”, el tema que abre el álbum, es una bellísima introducción y adaptación realizada por Kathry Kaye del tema popular “Pretty Saro”. “Saro Remembered” marcará el sentimiento melancólico del CD, pero siempre ofreciendo al oyente su lado más dulce y cálido. Una melodía fascinante endulzada por el chelo de Eugene Friesen y el cuerno inglés de Jill Haley.
Continuamos con “Arise”, otra adaptación sobre unas notas que la pianista recordaba de su niñez. Una música agridulce, donde en esta ocasión la nostalgia se viste de ligeramente de tintes grisáceos, pero en absoluto doloridos.
El dúo formado por el piano de Kaye y el chelo de Friesen da vida a “There Was a Time”, el tema principal del CD. Como sacado de un cuento de hadas, una canción de cuna, el piano nace en la zona más alta del piano con un toque cálido e inocente, hasta que surgen las cuerdas de Friesen que le aporta profundidad y emoción al tema. “There Was a Time” es La intimidad de los recuerdos hecha música.
Con tan sólo ver la palabra “Spring” incluida en el título, ya podemos hacernos una idea del carácter de la composición. “Spring Snow” es una de las piezas más complejas en cuanto a producción del álbum, incluyendo no sólo el piano de la artista, se suman chelo, cuerno inglés, bajo y cuerno francés. Todos unidos nos ofrecen un tema lleno de vida, sin ritmo, pero riquísimo en melodía y musicalidad.
El primer solo de piano de Kaye, “Wind in the Aspen Grove”, hace un guiño al género clásico y con fuerza. Como un baile y reproduciendo una pegadiza y bellísima melodía, Kathryn Kaye da muestras de su maestría frente a las teclas del piano. Sin duda, una de mis preferidas.
Ésta sí es apagada y desconsolada. “Shadow of a Bird in Flight” es un recuerdo a las composiciones de Will Ackerman pero con predominio del piano en vez de la guitarra, que también tiene su momento por el propio Ackerman. “Shadow of a Bird in Flight” es de esas composiciones que invitan a cerrar los ojos y disfrutar con cada surgir de instrumento.
Un solo de Jill Haley hace la presentación de “Revival”. Con ternura y elegancia aparece un solo de piano gobernado por silencios, pausas y mimo, siendo uno de los tracks más entrañables de todo el álbum.
Como una dulce canción de cuna y al paso de un sutil baile, las notas de “Learning To Waltz With Clouds” brotan con elegancia. “Learning To Waltz With Clouds” une al piano de Kaye con los vientos de Hely y Gus Sebring, lo que le ofrece a la melodía un cuerpo complejo y atractivo.
Más apagadas y serias son las dos últimas piezas. “Bittersweet Goodbye” lo dice todo con sólo leer su título. “Bittersweet Goodbye” es levemente apenada, pero dejando un resquicio a la esperanza, a la posibilidad de un pronto reencuentro. ¡Bella!.
There Was a Time se cierra con “Darkning Skies”, la pieza más oscura de todo el álbum, donde un oscuro piano imita el paso del tiempo con pavor, mientras el chelo de Friesen le aporta más sentimiento de pánico al tema con su recóndito sonido de fondo. Minimalista y escalofriante en partes iguales.
[quote_box_center]Siempre hay instantes en los que por casualidad tras descifrar una melodía, sentir una brisa o inhalar un aroma llegan como por arte de magia momentos vividos; algunos entrañables, otros menos, pero ahí están, esperando a ser recordados. There Was a Time, el nuevo trabajo de la pianista Kathryn Kaye, recoge todos esos instantes inmortalizados en la mente con una banda sonora perfecta para cada uno de ellos. Una banda sonora hermosa y compleja, perfecta. ¡Grande Kathryn Kaye!. [/quote_box_center]
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21/12/16