Carrera meteórica para esta artista nipona que surgió de la mano de MRG Recordings, pequeña filial de Domo Music, casa de Kitaro, y que ahora en su nuevo trabajo abandona el estilo que la dio a conocer para aventurarse en el estilo habitual del productor y ganador del Grammy, Will Ackerman; el género acústico que viste de color a Colors in the Diary, el nuevo trabajo de Marika Takeuchi y con el que comienza un punto de inflexión en la carrera de la artista.
El CD se presenta con “Frozen Lake”, una pieza para solo piano y chelo de carácter nostálgico y tintes grisáceos. El piano es romántico, sutil, mientras las cuerdas del chelo le ofrecen el tono amargo al tema.
“Green Field” es amable, enternecedora. El piano dibuja una melodía cálida y sencilla que se convierte en un bello baile de notas y acordes…
Un piano más, así es “Blue Falls”. Repitiendo prácticamente la composición del primer track del álbum, Takeuchi da vida a la primera pieza para solo piano del álbum.
Continuos arpegios de acordes visten cada uno de los cortes de Colors in the Diary y así se presenta “White Mountains”. Piano y violín dan vida a la que posiblemente sea la composición más bella del álbum, especialmente por el brillo que le ofrecen las cuerdas al tema.
Hasta el momento, las piezas escuchadas son cuadriculadas, sin alma, donde el piano es rápido y técnicamente poderoso, pero sin una melodía trabajada. Esto mismo ocurre con “Gray Clouds”, donde en solitario, Takeuchi recorre el teclado del piano.
Algo diferente es “Remembrance”. Esta vez, la música es tratada con mimo, con sentimiento, y la melodía arropa al oyente. Y aunque sigue siendo muy diferente a lo que Marika nos tenía acostumbrados, sí es cierto que se asemeja bastante. Romántica y cuidada, así es “Remembrance”.
El tema más completo de todos a pesar de su sencillez, y sin lugar a dudas, la pieza a destacar sobre todas es “Ocean Wild”. Interviniendo por primera vez un sintetizador, algo que le aporta cuerpo y luz a la composición.
“Nostalgia” es más bien dolor, incluso rabia, por el tono desordenado del comienzo. La pieza, escrita para solo piano, repite hasta la saciedad unas notas perturbadas, que en ocasiones se tornan relajadas.
Regresamos a la demencia de los acordes raudos. “Into the Storm” combina chelo y piano, siendo el chelo el verdadero protagonista, el instrumento que ofrece la melodía principal mientras el piano no realiza variación ninguna prácticamente.
“Sparkling Sky” es suave, muy cercano al piano Whisperings que solemos disfrutar, similar al carácter de David Nevue o Philip Wesley en sus primeros trabajos. “Sparkling Sky” es placentera, ensoñadora, pero sobretodo hermosa. ¡Sublime!.
Un waltz hace aparición, “Colorful Mind”. Nuevamente, una obra de arte donde juegan chelo, violín y piano, una conversación a tres más que perfecta, muy compleja y completa al mismo tiempo. Sin lugar a dudas, otra composición muy destacable de Colors in the Diary.
Esperanzadora, conmovedora, así es la pieza que cierra Colors in the Diary. composición, que a pesar de machacar los mismos acordes constantemente, posee unas variaciones muy acertadas, creando una melodía cálida e interesante.
[quote_box_center]Unir New Age y Clásico es fácil si se posee la Maestría para ello, Marika Takeuchi la tiene, pero en esta ocasión deja a Ackerman tomar las decisiones, sacrificando el encanto orquestal que nos regalaba la compositora en sus primeros trabajos. Piezas breves e intensas, perfectas, y que en esta ocasión se han eliminado, acudiendo al sonido acústico habitual de las producciones del Ganador del Grammy, Will Ackerman. Gran álbum, pero no es el sonido sinfónico de Marika Takeuchi.[/quote_box_center]
reviewsnewage.com
02/09/16