Un descanso de seis años le ha valido a Jeff Bjorck, uno de los pianistas contemporáneos más destacados de la New Age, para dejarse atrapar por las musas del pasado y dar vida a uno de sus álbumes más personales. Su nuevo trabajo, influenciado por una entrañable nostalgia, indaga en los recuerdos guardados bajo llave en un oscuro desván, lugar de acopio de fotos y recortes que guardan sus propios aromas, sus propias bandas sonoras. Keepsakes in the Attic se compone de trece cortes, todos ellos vivencias del pianista, instantes inolvidables a los que Bjorck ha inmortalizado con sus propios acordes.
Keepsakes in the Attic comienza con melancolía y mucho, mucho cuidado. “Afternoon Reverie” rememora una tarde mágica, bañada por tintes rojos y anaranjados de un suave otoño, mientras el sol se va poniendo y el silencio sólo deja paso a fantasías y dulces visiones. Jeff juega con las notas altas y con silencios en algunas ocasiones, pero siempre conservando la belleza de una romántica y atractiva música.
“Returning Home” es la música que describe perfectamente la extraordinaria sensación de pisar nuevamente el suelo que tanto tiempo se dejó atrás. Si ser extremadamente eufórica, el pianista nos ofrece una música dulce y alegre, muy emotiva… Es la felicidad expresada con pocas lágrimas y sin articular palabra. ¡Espléndida!.
Es tan profundo el amor a una madre, el cariño, la complicidad… Que componer un himno para ella se hace fácil; la inspiración acude sin dudar. “Mother’s Hymnal” es una composición atenta, ligeramente melancólica, luminosa, de buenas vibraciones, respeto y cariño. Un compendio de sensaciones que muestran el amor hacia una madre.
De entre todos los recuerdos hermosos que servidor posee, sin lugar a dudas mis vivencias con mis abuelos destacan sobre otras. He de suponer que al pianista le sucede lo mismo. “Grandad’s Rocker” es una música pasajera y con notas muy brillantes, en ocasiones, narradoras de una historia encantadora, dulce…
“Unrequited” posee un toque más doloroso. De fuerte sensación de soledad y desapego, “Unrequited” deja un fuerte vacío en el interior del oyente. Algo intenso y punzante sucedió en el pasado, algo que hace que el pianista interprete la pieza con intensidad y decaimiento al mismo tiempo.
Una introducción aguda y reservada para “Hearts Far Apart”, uno de los temas más apagados de Keepsakes in the Attic. Jeff se deja llevar por un recuerdo sutilmente amable y romántico, traspasando la fuerza emotiva del mismo a las teclas del piano. “Hearts Far Apart” es afligida… Sin final feliz.
Un baile, un waltz lleno de colorido en Keepsakes in the Attic. “Groom’s First Waltz” es una pieza a medio camino entre una canción infantil y una historia romántica. El baile de notas es de lo más atractivo, dejando protagonismo a la mano derecha en la zona media y alta del piano, mientras de izquierda va marcando el tempo. ¡Me gusta!.
En “Midnight in Moscow” prevalece la fuerza de la mano izquierda, donde un vertiginoso arpegio de notas y acordes marcan el ritmo de una marcha, mientras tanto, la diestra entona una melodía con aires del Este. “Midnight in Moscow” es contundente, poderosa y llena de sentimiento.
Regresando a momentos personales de sufrimiento, el tema que nos ocupa ahora es sin lugar a dudas el más penetrante. “Hope in the Heartache” es rápida y enérgica, en algunas ocasiones repleta de cólera, dejando algunos instantes para el descanso, para la autocompasión, pero seguidamente regresa a la intensidad de su dolor.
La ternura y la calidez nos invade gracias al track “Tryggare Kan Ingen Vara (Children of the Heavenly Father)”, la primera adaptación de un himno eclesiástico de Jeff en este álbum, y aunque las versiones de Bjorck de temas eclesiásticos es su fuerte, era algo que no esperábamos en este álbum.
Siempre recordé el jugo del pilla-pilla con mi padre como algo alegre y muy divertido. Jeff lo rememora con mucho cariño, dejando a un lado el lado más divertido del juego y centrándose en instantes en el que sólo existían él y su padre, dejando a un lado el sentido del juego. Con “Playing Catch With Dad” se hace fácil la escapada de alguna lágrima…
Con “Justine of County Clare” regresa el toque romántico y agradable de Bjorck, dejando aloyente inmerso en un placentero sueño de posibilidades.
Keepsakes in the Attic se cierra con una efímera nana, una canción de cuna brillante y posiblemente, la canción de cuna original más hermosa que jamás he escuchado. “Nana’s Music Box” recuerda a aquellas pequeñas cajas musicales, cofre guarda-tesoros intocable por manos ajenas… ¡Qué hermosura!.
[quote_box_center]Keepsakes in the Attic es la banda sonora que todos buscamos inconscientemente al evocar momentos únicos, la mayoría hermosos, en otras ocasiones dolorosos, pero todos y cada uno de ellos con sus propias notas. El pianista Jeff Bjorck ha puesto música a cada uno de esos recuerdos, dejándonos un álbum perfecto para ser disfrutado cuando experiencias pasadas nos invadan, o en el momento de contemplar aquellos recortes del pasado. Keepsakes in the Attic es una álbum muy recomendable.[/quote_box_center]
reviewsnewage.com
24/04/16