2014
52.1 minutos
Ritmo, mucho ritmo en una World Music orientada a la tabla, un instrumento muy habitual como solista en Oriente y que ahora, el Maestro percusionista Ray Spiegel (discípulo del gran Ustad Alla Rakha) y su banda dan énfasis bajo un título usado para referirse a la liberación de las ataduras del karma y del ciclo de reencarnaciones en el hinduismo, el Moksha. Compuesto por tan sólo ocho cortes de larga extensión, Spiegel se decide a lanzar este nuevo trabajo con música registrada entre los años 2001 y 2003 junto a su banda, incluido el desaparecido sarodista e integrante del grupo Stephen James Stress, a quien va dedicado el CD.
Moksha presenta el álbum, y será la pieza que marque el carácter general del CD. Djembe, congas, tabla y batería son el elevado número de instrumentos de percusión que acompañan las cuerdas del sarod y al chirriante sonido del sarangi. Comenzamos con un ritmo que no abandonaremos.
Repetitiva hasta la saciedad, Ray Spiegel realiza un solo de percusión con la tabla y la manjira. Al menos son dos minutos, lo que la hace que “Once Around” sea la pieza más breve del CD, pero también una de las más insufribles.
Regresando a algo más melódico, surge “Soul at Sunrise”. Sarod y sarangi, las cuerdas que se repetirán hasta el final del CD, mantiene un conversación improvisada, sin sentido, entre hipnóticas percusiones.
Nuevamente, Spiegel se recrea en solitario con su tabla, pero esta vez acompañado de una marimba, que le aporta un sonido juguetón a “Tal Sawari”, una pieza tradicional que el Maestro Alla Rakha interpretaba.
Un bajo eléctrico hace aparición como nuevo instrumento, un toque fresco para el álbum. “Wolfy’s Dream” es la pieza más interesante del CD, con un ritmo moderado y donde el sarod conserva un grácil melodía entre las percusiones.
Si ya nos parecía rápida las percusiones, sale “Connect The Dots” pero eso sí, con un estéreo alucinante y esta vez sí es una gran muestra de maestros a la percusión. Interesante, rítmica y seductora. ¡Me gusta!.
Sonidos de tormenta presentan “Wild Mushrooms at Telluride”, donde por primera vez se añaden teclados a un track del álbum. “Wild Mushrooms at Telluride” conserve el típico ritmo repetitivo e inalterable, donde en escasos momentos éste se rompe para dar un toque fresco a los oídos del oyente.
La más melódica de todas las piezas, y que aparta por unos instantes el incesante repiqueteo de percusiones es “Farewell”. Nos encontramos ante la pieza que cierra el álbum, y es sin duda un placer para los sentidos. Hipnótica, sugerente… una delicia.
Moksha es aburrido a pesar del ritmo que exhibe. La falta de musicalidad y encanto son el talón de Aquiles para un álbum que explota en demasía las percusiones y relega a un segundo lugar la composición. Más de cincuenta minutos de percusiones étnicas no es algo que ayude a recordar la belleza de un álbum, y no por el instrumento en sí, más bien por la falta de tacto al tratarlo.
reviewsnewage.com
21/11/14